miércoles, 1 de enero de 2014

Enrique Falcón






La marcha de los 150.000.000 se publica en un proyecto en ininterrumpida expansión desde 1992. Ha publicado ya dos entregas («El Saqueo», Rialp, Madrid, 1994; «El Saqueo» y «Los Otros Pobladores», Germanía / Set i Mig, Valencia, 1998). A finales del 2003 publicará las dos siguientes partes de este poema inacabable: «La caída de Dios» y «Canción de E», ya cerradas. Recibió el premio Ojo Crítico en 1993 al mejor libro de poesía publicado en el estado español.



Ya han venido los niños, los
150.000.000
con sus cabelleras de risa y su pánico de luces,
ascos de vientre en las matanzas públicas y
dame a este niño con crines del secuestro oh sí los niños
vienen sembrando algas y hambres de rastrojo
con arpones infinitos en sus bocas
danzan, viento nuclear, con los heridos y
hierro de ondas-luz sobre el refugio: —dame
un niño que se sepa cumbre
y asco de pesebre, mi revolución del día.

***

Pero yo no quiero hablar de la trinchera
(no yo):
metido en los muslos de quien dio los nombres,
yo atrinchero mis palabras y las hallo sucias
indómitas como un asco pegajoso un vuelco de noria,
un caballo de nosotros y ojos-telegrama;
así me las encuentro y hablo alto
convocando a la puta y al ministro en los septiembres,
permitiendo el paso de los ciervos por mis venas,
tu intranquila manera de parecer hermosa,
la tozudez terrible del destripador de buques.
Yo digo: soy los 150.000.000,
y mis manos se hacen moscas, alaridos blancos,
ojos de niña pública en los ojos de la niña pública,
mentira y bueyes amordazando el horizonte:
el miedo de los hombres como tú moviéndote
pública y agotada con la flor de las torturas,
el costado, la ira, el bostezo de quien juega
en los ojos tus vértigos de arena:
soy el hombre de gritos y del beso aturdido—
yo miedo a la sangre,
la sangre luz a este vientre,
tu vientre polilla encendida
destila canciones de amor.

Enrique Falcón


La marcha de los 150.000.000 es una sucesión de cantos, de cantos cósmicos que acoge a los excluidos en sus versos. Una brisa incómoda, plagada de registros diferentes que delatan una enunciación plural. Es la constatación de las posibilidades abiertas de una escritura política decididamente conflictiva y no-tranquilizadora : la creencia en el texto como organismo disidente e intolerable, un largo poema secular todavía ininterrumpido que bebe de Isaías a Ernesto Cardenal, de Huidobro a Neruda, de los informes anuales sobre derechos humanos, de Jim Morrison a Silvio Rodríguez...: «yo quiero oír / el alarido de la mariposa».



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