martes, 18 de marzo de 2014

Enrique Falcón / 2 poemas





PROTECCIÓN DE TESTIGOS



«La conciencia de que esta ecuación era posible: dolor que finalmente deviene rabia. La conciencia de que esta ecuación era aplicable a todo o casi todo».
Roberto Bolaño: 2666


Poco deben importarle
la disolución del pentotal en los días de trabajo
y la lenta inhalación de estrellas por su espalda.
Le pagaron por callarse
la dirección de las palomas, el remite en las postales
certificadas de tan lejos, la piel de una mujer
que él no ha visto y no ha besado,
—el corazón de los inviernos—,
las sedes comunistas, su necesidad de ir ardiendo
por una extremidad de la cara.
Toca apenas con los dedos
nuestro inútil portal, y la luz de todos los aullidos
que pincelan la tarde, por encima
de muertos y estaciones,
a un paso sólo del domingo
vuelve a casa, toma de su llave
se maquilla una lágrima con cuchillas de afeitar.

Enrique Falcón 








AMONAL PARA UNA FOSA COMÚN



«…en 1996 subían por las urnas
los supervivientes de una dictadura…»


Uno se desnuda al paso
cuerpo añico adentro de las tardes tontas,
y se mira en las estatuas
compadece en sus masacres
todo cuanto hiciera sin salida.
Así uno se desnuda, se despoja de muertos
y ventila el cuarto
con un suave saludo de desaparecido.
Vamos a decir que no ocurriera
que no están vivos todavía
y ocupando despachos y brindando en sus fiestas
por todos los muertos felices.
Vamos a decir que ya han perdido,
que se les tira palomas en todos los zoológicos,
comenzando sus caras
a no ser demasiado,
a cubrirse de helechos y a vengarse las víctimas.
Uno se desnuda y enloquecen los trajes
al saber del aullido de los presos, las fosas,
—al
esqueleto amarillo
ya podéis odiarlo.


Enrique Falcón 





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