viernes, 30 de mayo de 2014

Conversación con una piedra / Wisława Szymborska





Llamo a la puerta de una piedra.
—Soy yo, déjame entrar.
Quiero penetrar en tu interior,
echar un vistazo,
respirarte.

—Vete —dice la piedra—.
Estoy herméticamente cerrada.
Incluso hecha añicos,
sería añicos cerrados.
Incluso hecha polvo,
sería polvo cerrado.

Llamo a la puerta de una piedra.
—Soy yo, déjame entrar.
Vengo por mera curiosidad.
Sólo la vida permite satisfacerla.

Quisiera pasearme por tu palacio,
y luego visitar una hoja y una gota de agua.
No me queda mucho tiempo.
Mi mortalidad debería ablandarte.

—Soy de piedra —dice la piedra—.
Imposible perturbar mi seriedad.
Vete,
no tengo músculos risorios.
Llamo a la puerta de una piedra.
—Soy yo, déjame entrar.
Me han dicho que encierras salas enormes y vacías,
nunca vistas y bellas en vano,
mudas, donde nunca han retumbado los pasos de nadie.
Confiésalo: ni tú misma lo sabías.

—Salas enormes y vacías —dice la piedra—.
Pero no hay espacio disponible.
Bellas, quizá, pero no para el gusto
de tus limitados sentidos.
Puedes verme, pero nunca catarme.
Mi superficie te da la cara,
pero mi interior te vuelve la espalda.

Llamo a la puerta de una piedra.
—Soy yo, déjame entrar.
En ti no busco refugio para la eternidad.
No soy desdichado.
Ni carezco de techo.
Mi mundo merece el regreso.
Quiero entrar y salir con las manos vacías.
La prueba de haber estado en ti
se limitará a mis palabras
en las que nadie creerá.

—No entrarás —dice la piedra—.
Te falta el sentido de la participación.
Y no existe otro sentido que pueda sustituirlo.
Incluso la vista omnividente
te resultará inútil si eres incapaz de participar.
No entrarás; ese sentido, en ti, es sólo deseo,
mero intento, vaga fantasía.

Llamo a la puerta de una piedra.
—Soy yo, déjame entrar.
No puedo esperar mil siglos
para estar entre tus paredes.

—Si no crees en mis palabras —dice la piedra—,
acude a la hoja, que te dirá lo mismo que yo,
o a la gota de agua, que te dirá lo mismo que la hoja.
Pregunta también a un cabello de tu cabeza.
Estoy a punto de reír a carcajadas,
de reír como mi naturaleza me impide reír.

Llamo a la puerta de una piedra.
—Soy yo, déjame entrar.

—No tengo puerta —dice la piedra.



En Sal (1962)
Paisaje con grano de arena, antología en español
Wisława Szymborska, 1995
Traducción: Jerzy Sławomirski y Ana María Moix, 1997



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martes, 27 de mayo de 2014

Dos homenajes a Blas de Otero / Ángel González





“Dos homenajes a Blas de Otero”


I
Resuena en tus palabras
un difuso clamor de verdades oscuras,
cuando me las encuentro.
Rompen
en mi memoria, siempre
sonoras, firmes, claras,
como las olas de un mar poderoso
que sumerge y levanta,
sin devolver ni arrebatar nunca del todo,
una realidad turbia y mutilada:
el tiempo, el tiempo ido.
A su conjuro,
entre gotas de sal y luz de agua,
con el tiempo
yo mismo,
restos recuperados de mí mismo
vuelven y configuran un fantasma
que dibuja en el aire el viejo gesto
—casi olvidado ya— de la esperanza.
No todo se ha perdido;
vienen
a mi memoria siempre tus palabras
—claras, firmes, sonoras—
trayéndola, llevándola.

II
Una voz era paz, o luz, o acaso
era fuego esa voz; todavía llama.
O era viento tal vez: ved la alta rama
del olmo aún temblorosa tras su paso.
Era roja esa voz en el ocaso;
cuando la noche sus horrores trama,
vuelve su resplandor: sangre que clama
al cielo ese de los hombres, raso.
Impaciente de paz, y luminosa,
ardiente, airada, entera y verdadera,
era dura esa voz: todavía dura.
airosa y alta, como si tal cosa
—alzarse en estos tiempos— nada fuera.
Admirad, ya hecha estatua, su estatura.


Ángel González

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sábado, 24 de mayo de 2014

POESÍA, SOCIEDAD ANÓNIMA / GABRIEL CELAYA






POESÍA, SOCIEDAD ANÓNIMA 


Como yo no soy yo, represento a cualquiera
y le presto mi voz a quien aún no la tenga;
o repito otras voces que siento como mías
aunque, hasta sin querer, siempre de otra manera.

Parezco personal, mas digo lo sabido
por otros hace siglos. O quizás, ayer mismo.
Ojalá me repitan sin recordar quién fui
como ahora yo repito a un anónimo amigo.

¡Oh futuro perfecto! No hay otra permanencia
que la de ser un eco corregido por otros
que no sabrán mi nombre, ni –espero- mi aventura.
Tampoco yo sé bien quién habla en mi conciencia.

Si algún día un muchacho nos plagia sin saberlo
y en él, lo ya sabido, vuelve a ser invento,
estaremos en él, invisibles, reales,
como otros, ahora en mí, son corazón de un ave.

Es eso, y no los versos guardados en los libros,
lo que, venciendo el tiempo, sin forma durará
en la obra colectiva y anónima, aún en ciernes,
transformando y creando conciencia impersonal.


Gabriel Celaya, 1970


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miércoles, 21 de mayo de 2014

Manuel Vázquez Montalbán / Inútil escrutar tan alto cielo






Inútil escrutar tan alto cielo
inútil cosmonauta el que no sabe
el nombre de las cosas que le ignoran
el color del dolor que no le mata

inútil cosmonauta
el que contempla estrellas
para no ver las ratas.


Manuel Vázquez Montalbán
 [De Pero el viajero que huye (1990)]





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lunes, 19 de mayo de 2014

“Miedo” / Max Aub







“… hay hombres que nacen
de cualquier modo, desnudos, como tú…”
(MA)



“Miedo”

Todo está llano
oscuro solitario
solo ¿dónde está el viento?
Allí. ¿Qué ruido…? Ninguno
y de pronto agudo
fino, fino, silbo un tiro
el viento murió de miedo.
Nadie.
¿Quién va? ¿Quién viene? ¿Quién sale?
¡Madre! ¡Llévame!
¡Nunca te conocí!
Por eso estoy aquí.
¡Madre oscura, noche clara
llévame a Tel-Aviv!
¿Qué vine a hacer aquí?

Me pesa como plomo
lo que perdí.
¡Qué leve el odio!
No sirve, quiero algo más profundo,
atroz, desconocido, machacándolo todo
en ti y reducirte a lodo.
¡Estoy perdido!
(en todos los sentidos).

Max Aub

Max Aub Mohrenwitz nació en París, el 2 de junio de 1903.
Murió en Ciudad de México, el 22 de julio de 1972


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jueves, 15 de mayo de 2014

Tranströmer inédito / Javier Rodríguez Marcos




También en el estado de bienestar
existe la mujer sola
que golpea en su apartamento
con el martillo de sus lágrimas.

Y acurrucado en su abrigo
un hombre en el café
que machaca y machaca
la misma palabra en el almirez de su boca.

Y los chicos del reformatorio
que se tatúan mutuamente
para marcar
que pertenecen a otra tribu.

La presencia de la belleza
puede ser peligrosa.
La ausencia de la belleza
es mortal.


ESTE POEMA de Tomas Tranströmer, traducido por Francisco J. Uriz e incluido en el nuevo número de Minerva, tiene una historia. La cuenta el propio traductor en esa entrega de la revista: el poema, olvidado durante años, apareció manuscrito en la guarda trasera de una antología de poesía latinoamericana traducida al sueco en 1962 por, curiosamente, el propio Uriz y Artur Lundkvist. Cuando hace "ocho o diez años" Tomas Tranströmer y su esposa, Monica, se pusieron a releer las páginas dedicadas a César Vallejo se toparon con ese poema sin título y sin fecha aunque sus editores dicen que la alusión al reformatorio en el que el poeta trabajó como psicólogo a principios de los años sesenta permiten datarlo en esos años.
En 2005 el texto se publicó en sueco dentro de un libro de ensayos de Jan Erick Vold, poeta noruego afincado en Estocolmo, y ahora ve la luz en castellano en la revista delCírculo de Bellas Artes de Madrid junto a un ensayo de Robert Hass, traducido por Jordi Doce, sobre Bálticos, el largo poema de Tranströmer, y otro de Uriz sobre la dimensión política del Nobel de literatura de 2011.
El poema del autor de Tañidos y huellas y los textos que lo acompañan forman parte, queda dicho, del número 22 de Minerva, una revista semestral que ha conseguido convertirse en una referencia alimentando sus páginas de las actividades programadas por la institución que la edita pero yendo mucho más allá. Lejos, lejísimos de los boletines al uso, la actual época de Minerva la ha convertido es una de las grandes revistas de arte, pensamiento y literatura de un país, España, lleno de ambiciosas publicaciones culturales que no pasaron de la segunda entrega. Además, cuenta con una edición digital que recoge las entregas anteriores -merece la pena asomarse- y que en breve engrosará el citado número 22, disponible mientras en edición impresa. 
Junto al inédito de Tranströmer, este número publica las fotografías de Daniele Tamagni junto a un texto de Jean Rouch; la traducción de La siesta del fauno, de Mallarmé, a cargo de Antonio y Amelia Gamoneda; una conversación entre Carme Riera, Marta Sanz y José María Guelbenzu -que creen poco en la crítica literaria-; una aproximación al mundo de Luis Goytisolo a cargo de Ignacio Echevarría y José Manuel Blecua y sendas entrevistas a, entre otros, Hector Abad Faciolince, Isaki Lacuesta, Simon Critchley -como introducción a su texto "Philip K. Dick: filosofía de garaje"- o Evgeny Morozov. Este último, en conversación con Igor Sádaba sobre "el lado oscuro" de la Red, sostiene: "Yo estoy seguro de que la tecnología puede producir estas cosas, el frigorífico se comunicará con el supermercado y habrá robots que te traerán la lecha a casa por la ventana, pero mi pregunta es: ¿Por qué es esto necesariamente bueno?". Más adelante, el autor de El desengaño de Internet: los mitos de la libertad en la red dice: "Estoy convencido de que terminaremos llevando elegantes gafas de Google que con la realidad aumentada resolverán muchos de nuestros problemas. Pero, ¿es este el tipo de intervención social que queremos? (...) Ellos [Google] deciden cómo deberíamos resolver nuestros problemas, cuando lo cierto es que no son técnicos sino sociales y políticos".
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En la imagen, Tomas Tranströmer retratado en Madrid el 18 de octubre de 2010 por Bernardo Pérez.



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martes, 13 de mayo de 2014

Erri De Luca / DESPUÉS





DESPUÉS


No los del bunker,
no los que tengan reservas de alimentos,
ninguno de ciudad,
se salvarán los indios, cachemires, masai,
beduinos protegidos del viento, mongoles a caballo;
también uno de Nápoles escondido en el Vesubio,
y un judío envuelto en un enjambre de palabras,
ilesos por pura tradición en un horno que arde.
Se salvarán más mujeres que hombres,
más peces que mamíferos,
desaparecerá el rock and roll, quedarán las plegarias,
desaparecerá el dinero, y volverán las conchas.
La humanidad serán pocos, mestizos, nómadas,
se moverán a pie. Y su botín, la vida:
la riqueza más grande que se puede transmitir a un hijo.


Erri De Luca



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domingo, 11 de mayo de 2014

Joan Brossa






Si fueras una ola, serías mi juego favorito.
Si me quisieras siempre, serías la plenitud.
Si fueras una manera de hablar, serías el diálogo.
Si lloraras inquieta, te buscaría y no te encontraría.
Si fueras una puesta de sol, serías la más bella de todas.
Si fueras un árbol, serías un cedro.
Si ostentases colores, serías blanca y roja.
Si fueras la nieve, pasarías más allá.
Si fueras una sustancia, serías el bálsamo.
Si fueras sustituida, serías la madera de una columna.
Si yo fuera un barco, te llevaría delante mismo de la proa.
Si no fueras una muchacha, serías una rosa silvestre.
Si fueras una estrella invisible, serías el mutuo amor.
Si me rodeases suavemente y te disolvieses, serías el rocío de la
noche que moja los árboles.
Si desfallecieras, serías un escudo roto.
Si fueras una flor, nunca te apagarías.
Si relampaguearas, serías talmente una piedra engastada del color
del flujo del mar.
Si te viese en cualquier lugar, te señalaría a ti.
Si fueras indiferente, serías el crepúsculo.
Si me mirases distraídamente, serías mi esperanza.
Tu presencia me parece la forma más placentera de la armonía
    misma.
Si la música se llenara de ti, brotaría un acorde grave y lastimero.
Si fueras un trébol, serías la llave de la aurora.
Si fueses la suavidad, serías el peso del agua.
Si fueras la tristeza, serías los días y el tiempo.
Si fueras un deseo, serías pasión desplomada.
Si fueras la luna, serías un ala.
Si fueras un reloj, serías un círculo profundo.
Si fueras el espacio, serías su mitad y su centro.
Si no fueras una estrella favorable, serías una roca que defiende
    un territorio.
Si te escondieras de mí para siempre, serías la noche circundante.
Si fueras un camino, serías la orilla del mar.
Si fueras un jardín, serías un astro de flores.
Si fueras un paisaje, serías un bosque que respira.
Si fueras un anillo, serías eternamente irrompible.
Si fueras sombra densa, serías un camino entre los astros diáfanos.
Si fueras una tarde, serías un día.
Si fueras un año, serías un siglo.
Si fueras un ruido, serías el ruido de unos pasos que resuenan
    oídos en secreto.
Si fueras un pedestal, serías una isla azulada.
Si el mundo fuese roto en pedazos, serías su silencio.
Si inclinaras más la frente, el corazón tintinearía claro.
Si suspiras, el tiempo que pasa se vuelve dulce.
Si te encaramas por el cielo, en la meditación te encuentro.
Si fueras una bolita, serías una sola gota de agua.
Vives en el sentido de la llama, no en el de la ceniza.
Si fueras un número, serías una cantidad inacabable.
Si mudaras de forma, serías una montaña oscura y agradable.
Si fueras el viento terral, dormirías sobre una cola de colores.
Si te conociera la lluvia, caería en el lugar que tú indicaras.
Si intentaras salvar a alguien, lo llenarías de espigas.
Si fueras una pared, te escudarían los árboles.
Si cayera la luz, serías la copa de cada día.
Cubrirías la juventud, si fueras la madrugada.
Si pasara el otoño, tú serías la primavera inminente.
Si fueras un color, serías la alegría del sol en un bancal de hierba.
Si fueras una voz, tendrías el color de un perfume.
Si fueras un perfume, tendrías la voz del color que te llevara.
Si fueras un cristal, apagarías los suspiros.
Si fueras un desierto, ondearías sin ningún límite.
Si eres una palabra, serías amarse
Si fueras un ídolo yo prepararía tu adoración en los santuarios.
Si fueras tibia claridad, te rodearías de rebaños.
Si fueras una gota de sangre, iluminarías.
Si el mundo de vida fuera todo soledad y caos, ya estarías destinada a
    manifestarte.
Si el mundo fuera una brumosa caverna, en ti convergerían infinitudes.
Tu eres el más bello reflejo de la Imagen primordial
que allende los tiempos se multiplica inexpresable.




Joan Brossa 

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viernes, 9 de mayo de 2014

INTROITO / Manuel Vázquez Montalbán






INTROITO 


Paseo por una ciudad
sin orillas
              miente la tarde
espejos, despedidas, humos
que denuncian retornos

                                      me deja solo
el paso de muchachas alejadas
no pronuncian mi nombre no decretan
                                                        mi muerte

entonces regreso
a los artesonados pasillos del recuerdo
pieles, carnes, repletas siluetas
                                                 en sus cueros
el ruido de los párpados al cerrarse
                                                 y tal vez
tal vez un grito literario puso nombre
al instante en que fui feliz
                                         a la sombra
siempre a la sombra
                                 de las muchachas sin flor.



Manuel Vázquez Montalbán



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miércoles, 7 de mayo de 2014

Manuel Altolaguirre / Las islas invitadas





Las islas invitadas

DEDICATORIA

Imprimiéndose esta nueva edición
en dramáticos días de lucha, la dedico con todo
entusiasmo y gratitud a los heroicos defensores
de la libertad y la democracia.
Pequeño tributo para quienes ofrecen a todo
poeta fuente de inspiración y espejo de sacrificio.
Ojalá mi obra futura responda por completo
a los nobles estímulos que la conducta del pueblo despierta.

EL AUTOR
Julio 1936




(11)

Noche a las once

Estas son las rodillas de la noche.
Aún no sabemos de sus ojos.
La frente, el alba, el pelo rubio
vendrán más tarde.
Su cuerpo recorrido lentamente
por las vidas sin sueño
en las naranjas de la tarde
hunde los vagos pies, mientras las manos
amanecen tempranas en el aire.
En el pecho la luna.
Con el sol en la mente.
Altiva. Negra. Sola.
Mujer o noche. Alta.



Manuel Altolaguirre


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lunes, 5 de mayo de 2014

“Microlitos” / Paul Celan





“Microlitos”  

Los poemas no cambian ciertamente el mundo, pero transforman el estar en el mundo.

Quien realmente aprende a ver se acerca a lo invisible.

El peso del mundo y el lastre de la cultura son (¿Cómo es sabido?) dos cosas distintas.

Desmitificar “no” significa: sustituir mitos por  contramitos.

Una extraña historia, la historia de nuestro mundo: no del todo del mundo, no del todo nuestra, no del todo historia, no del todo tan extraña.

Paul Celan


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sábado, 3 de mayo de 2014

Vive, dices, en el presente… / Fernando Pessoa





Vive, dices, en el presente… 


Vive, dices, en el presente;
vive sólo en el presente.

Pero yo no quiero el presente, quiero la realidad;
quiero las cosas que existen, no el tiempo que las mide.

¿Qué es el presente?
Es una cosa relativa al pasado y al futuro.
Es una cosa que existe en virtud de que otras cosas existan.
Quiero sólo la realidad, las cosas sin presente.

No quiero incluir el tiempo en mi esquema.
No quiero pensar en las cosas como presentes;
quiero pensar en ellas como cosas.
No quiero separarlas de sí mismas, tratándolas como presentes.

Ni como reales debería tratarlas.
No debería tratarlas como nada.

Debería verlas, sólo verlas;
verlas hasta no poder pensar en ellas,
verlas sin tiempo, ni espacio,
ver pudiendo dispensar todo menos lo que se ve.
Es ésta la ciencia de ver, que no es ninguna.


Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935), Poemas de Alberto Caeiro, traducción de Pablo del Barco,Visor, Madrid, 1980




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jueves, 1 de mayo de 2014

Roberto Juarroz / Octava poesía vertical, 8






Debemos conseguir que el texto que leemos
nos lea.
Debemos conseguir que la música que escuchamos
nos oiga.
Debemos conseguir que aquello que amamos
parezca por lo menos amarnos.


Es preciso demoler la ilusión
de una realidad con un solo sentido.
Es necesario por ahora
que cada cosa tenga por lo menos dos,
aunque en el fondo sepamos
que si algo no tiene todos los sentidos
no tiene ninguno.


Debemos conseguir que la rosa
que acabamos de crear al mirarla
nos cree a su vez.
Y lograr que luego
engendre de nuevo al infinito.


Roberto Juarroz


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