jueves, 15 de mayo de 2014

Tranströmer inédito / Javier Rodríguez Marcos




También en el estado de bienestar
existe la mujer sola
que golpea en su apartamento
con el martillo de sus lágrimas.

Y acurrucado en su abrigo
un hombre en el café
que machaca y machaca
la misma palabra en el almirez de su boca.

Y los chicos del reformatorio
que se tatúan mutuamente
para marcar
que pertenecen a otra tribu.

La presencia de la belleza
puede ser peligrosa.
La ausencia de la belleza
es mortal.


ESTE POEMA de Tomas Tranströmer, traducido por Francisco J. Uriz e incluido en el nuevo número de Minerva, tiene una historia. La cuenta el propio traductor en esa entrega de la revista: el poema, olvidado durante años, apareció manuscrito en la guarda trasera de una antología de poesía latinoamericana traducida al sueco en 1962 por, curiosamente, el propio Uriz y Artur Lundkvist. Cuando hace "ocho o diez años" Tomas Tranströmer y su esposa, Monica, se pusieron a releer las páginas dedicadas a César Vallejo se toparon con ese poema sin título y sin fecha aunque sus editores dicen que la alusión al reformatorio en el que el poeta trabajó como psicólogo a principios de los años sesenta permiten datarlo en esos años.
En 2005 el texto se publicó en sueco dentro de un libro de ensayos de Jan Erick Vold, poeta noruego afincado en Estocolmo, y ahora ve la luz en castellano en la revista delCírculo de Bellas Artes de Madrid junto a un ensayo de Robert Hass, traducido por Jordi Doce, sobre Bálticos, el largo poema de Tranströmer, y otro de Uriz sobre la dimensión política del Nobel de literatura de 2011.
El poema del autor de Tañidos y huellas y los textos que lo acompañan forman parte, queda dicho, del número 22 de Minerva, una revista semestral que ha conseguido convertirse en una referencia alimentando sus páginas de las actividades programadas por la institución que la edita pero yendo mucho más allá. Lejos, lejísimos de los boletines al uso, la actual época de Minerva la ha convertido es una de las grandes revistas de arte, pensamiento y literatura de un país, España, lleno de ambiciosas publicaciones culturales que no pasaron de la segunda entrega. Además, cuenta con una edición digital que recoge las entregas anteriores -merece la pena asomarse- y que en breve engrosará el citado número 22, disponible mientras en edición impresa. 
Junto al inédito de Tranströmer, este número publica las fotografías de Daniele Tamagni junto a un texto de Jean Rouch; la traducción de La siesta del fauno, de Mallarmé, a cargo de Antonio y Amelia Gamoneda; una conversación entre Carme Riera, Marta Sanz y José María Guelbenzu -que creen poco en la crítica literaria-; una aproximación al mundo de Luis Goytisolo a cargo de Ignacio Echevarría y José Manuel Blecua y sendas entrevistas a, entre otros, Hector Abad Faciolince, Isaki Lacuesta, Simon Critchley -como introducción a su texto "Philip K. Dick: filosofía de garaje"- o Evgeny Morozov. Este último, en conversación con Igor Sádaba sobre "el lado oscuro" de la Red, sostiene: "Yo estoy seguro de que la tecnología puede producir estas cosas, el frigorífico se comunicará con el supermercado y habrá robots que te traerán la lecha a casa por la ventana, pero mi pregunta es: ¿Por qué es esto necesariamente bueno?". Más adelante, el autor de El desengaño de Internet: los mitos de la libertad en la red dice: "Estoy convencido de que terminaremos llevando elegantes gafas de Google que con la realidad aumentada resolverán muchos de nuestros problemas. Pero, ¿es este el tipo de intervención social que queremos? (...) Ellos [Google] deciden cómo deberíamos resolver nuestros problemas, cuando lo cierto es que no son técnicos sino sociales y políticos".
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En la imagen, Tomas Tranströmer retratado en Madrid el 18 de octubre de 2010 por Bernardo Pérez.



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