sábado, 11 de octubre de 2014

Margaret Atwood





Salida de la maleza 

Yo que había sido borrada por el fuego
me fui cubriendo
de verde
                                               (qué
estación más luminosa)

                                              Con el tiempo los animales
vinieron a habitarme,

primero uno
           a uno, furtivos
(sus conocidas huellas
quemaban); y después
al haber ya trazado nuevos límites
volviendo, más
seguros, año
tras año, de dos
en dos

pero inquietos: no estaba preparada
del todo para que me habitaran

Les pudo parecer que
pesaba demasiado: pude haberme
volcado;
Me daba miedo cómo
el brillo de sus ojos (verdes o ámbar)
llegaba al exterior desde dentro de mí

No estaba terminada; de noche
no veía sin candiles.

Él escribió, Nos vamos. Contesté
No me queda ya
ropa que ponerme

Llegó la nieve. Fue de gran ayuda
el trineo; quedaba atrás su rastro
como si me empujara a la ciudad

y una vez rodeada la primera colina, me encontré
de repente
deshabitada: ya se habían ido.
Hubo algo que casi me enseñaron
y que al irme no había aún aprendido.


Margaret Atwood

Versión de Lidia Taillefer y Álvaro García
Pre-textos/ Poesía 1991



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