martes, 23 de diciembre de 2014

William Stevens





Extractos de discursos ante la Academia de las Bellas Ideas

1

Un papel arrugado hace un sonido brillante.
Las rosas estrujadas tintinean, las de papel,
y el oído es cristal sobre el que se lanzan los ruidos,
las rosas falsas: comparen la rosa callada del sol
y la lluvia, la rosa-sangre que vive en su olor,
con este papel, este polvo. He ahí el asunto.

Señores

es un mundo artificial. La rosa
de papel pertenece a la naturaleza de su mundo.
El mar es muchas palabras escritas; el cielo
es azul, nítido, nublado, alto, oscuro, ancho y redondo;
las montañas se transcriben en los muros.
Y, por lo demás, la rosa lluviosa pertenece
a los hombres desnudos, a las mujeres desnudas como la lluvia.

¿Dónde está aquel verano tan caliente que uno podía caminar
entre los venenos lascivos, libre de ellos,
y en qué refugio podremos, desnudos,
estar más allá del conocimiento de la desnudez, como parte
de la realidad, más allá del conocimiento de lo que
es real, parte de una región más allá de la mente?

La lluvia es una urania insoportable. El sol
cría monstruos, un ojo, sólo un ojo,
formador de formas sólo para el ojo,
de cosas no mejores que las cosas de papel, de días
que son días de papel. Lo falso y lo verdadero son lo mismo.


William Stevens




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