jueves, 19 de febrero de 2015

Herrumbrosa y en moho, candelas de la mañana... / Julio Vélez





1       Herrumbrosa y en moho, candelas de la mañana,
saciado en sueños.

2       Cómo
no dolerse de luz escasa si el hueso trastabillea y choca
contra el suelo de la pelota pesada como una canasta que
perdió su mimbre,
soñadora de planetas oscuros y suaves como la pluma o la
greda
y, apenas, habilitada por las gotas del rocío que acunan a las
nubes,
éstas, plomizas, pierden sus hijos de estrellas fugaces.

3       Cómo no dolerse de sangre coagulada en la garganta a borbotones de gritos, ¡ay!, de gritos inundados de barro o semen podrido. Gritos de periódicos extendidos sobre el suelo de las plazas del mundo abrigando los gritos apagados del grito, ¡ay!, de los blancos deshabitados. El grito de los gitanos, ¡ay!, de los gitanos mudos que gritan sus gritos furiosos desde los ríos inundados de duquelas y gritos como un manantial eterno de cloacas luminosas y cienos eléctricos. Cómo no gritarse desde el grito negro de los negros del mundo que gritan sus gritos desde el létigo de la sangre del grito.

El grito de los indios aullando sus gritos desde las praderas sin búfalos y desde el vientre del grito de las montañas del grito. El grito de las mujeres que gritan desde el sótano del grito de las casas. Cómo no ser grito que grita el grito de los afeminados desde el trasero del grito penetrado por el grito macho y seco y podrido.

¡Ay!, cómo no gritar árabe y no gritar judío.

Cómo no gritar desde el grito oscuro del universo desaparecido.


Julio Vélez



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