miércoles, 20 de mayo de 2015

Paula Becker a Clara Westhoff / Adrienne Rich





Paula Becker 1876-1907
Clara Westhoff 1878-1954
se hicieron amigas en Worpswede, una colonia de artistas cerca de Bremen, Alemania, en el verano de 1899. En enero de 1900, pasaron medio año juntas en París, donde Paula pintó y Clara estudió escultura con Rodin. En agosto volvieron a Worpswede y pasaron el invierno siguiente juntas en Berlín. En 1901, Clara se casó con Rainer María Rilke; al poco tiempo, Paula se casó con el pintor Otto Modersohn. Murió de una hemorragia dando a luz, murmurando: ¡Qué lástima!



El otoño parece haberse puesto lento,
el verano todavía está por acá, hasta la luz
parece durar más de lo que debería
o quizá la estoy usando hasta el límite.
La luna rueda en el aire. No quería este niño.
Sos la única a la que se lo dije.
Quiero un hijo tal vez, algún día, pero no ahora.
Otto tiene un modo calmo, complaciente
de seguirme con sus ojos, como diciendo
¡Pronto vas a tener las manos llenas!
Y sí, las voy a tener; este hijo va a ser mío,
no suyo, los errores, si fallo
serán todos míos. No somos buenas, Clara,
para aprender a prevenir estas cosas
y una vez que tenemos un hijo es nuestro.
Pero últimamente me siento más allá de Otto o de cualquiera.
Ahora sé la clase de trabajo que tengo que hacer.
¡Requiere de tanta energía! Tengo la impresión de que
estoy yendo a algún lado, paciente, impacientemente,
en mi soledad. Busco en todas partes de la naturaleza
nuevas formas, viejas formas en nuevos lugares,
los planos de una antigua boca, digamos, entre las hojas.
Sé y no sé
qué estoy buscando.
¿Te acordás de esos meses en el estudio juntas,
vos con tus fuertes antebrazos bañados en arcilla,
yo tratando de hacer algo con las extrañas impresiones
que me atacaban – las flores japonesas
y pájaros de seda, los borrachos
buscando refugio en el Louvre, esa luz del río,
esas caras... ¿Sabíamos exactamente
por qué estábamos ahí? París te ponía nerviosa,
te parecía demasiado, sin embargo seguías
con tu trabajo... y después nos encontramos de vuelta,
las dos casadas entonces, y pensé que vos y Rilke
parecían nerviosos. Sentí una especie de tristeza
entre ustedes. Por supuesto que él y yo
hemos tenido nuestras diferencias. Quizá estaba celosa
de él, para empezar, llevándote de mi lado,
quizá me casé con Otto para llenar
mi soledad de vos.
Rainer, desde luego, sabe más que Otto,
él cree en las mujeres. Pero se alimenta de nosotras
como todos ellos. Toda su vida, su arte
estuvo protegido por mujeres. ¿Quién de nosotras podría decir eso?
¿Quién de nosotras, Clara, no tuvo que dar ese salto
y llegar más allá de ser mujeres
para salvar nuestro trabajo? ¿o es para salvarnos nosotras?
El matrimonio es más solitario que la soledad.
Sabés: estaba soñando que moría
dando a luz a mi hijo.
No podía pintar o hablar o incluso moverme.
Mi hijo –creo- me sobrevivía. Pero lo que era gracioso
en el sueño era que Rainer había escrito mi réquiem –
un largo y hermoso poema, y me llamaba su amiga.
Yo era tu amiga
pero en el sueño vos no decías una palabra.
En el sueño su poema era como una carta
a alguien que no tiene derecho
a estar ahí pero que debe ser tratado amablemente, un invitado
en el día equivocado. Clara, ¿por qué no sueño con vos?
La foto de nosotras dos – todavía la tengo,
las dos mirándonos con fuerza
y mi pintura detrás. ¡Cómo solíamos trabajar
lado a lado! Y desde entonces he trabajado
tratando de crear siguiendo el plan nuestro
de que llevaríamos, contra toda posibilidad, todo nuestro poder
a cada cosa. No callar ni guardarnos nada
por ser mujeres. Clara, nuestra fuerza todavía reside
en las cosas de las que solíamos hablar;
cómo la vida y la muerte se toman las manos,
la lucha por la verdad, nuestro compromiso contra la culpa.
Y ahora siento el amanecer y la llegada de un nuevo día.
Me encanta despertarme en mi estudio viendo mis cuadros
cobrar vida con la luz. A veces siento
que soy yo misma quien patea dentro de mí,
a mí misma a quien debo alimentar, amar...
Me hubiera gustado hacer esto una por la otra
toda nuestra vida, pero no podemos...
Dicen que una mujer embarazada
sueña con su propia muerte. Pero la vida y la muerte
se toman las manos. Clara, me siento tan llena
de trabajo, de la vida que veo adelante, y del amor
por vos, quien de todas las personas,
por más que esto lo esté diciendo mal,
va a escuchar todo lo que diga y no pueda decir.

Adrienne Rich

1975-1976





Versión de Tom Maver




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